REALIDAD DEL SIGLO XXI

En la mayor parte de América Latina, el empresario agrícola cree que esta actividad productiva funciona de modo diferente y la somete a improvisaciones que culminan en ineficiencia, baja productividad, elevados costos, baja rentabilidad y en muchos casos en pérdidas operacionales. Tras esta improvisación tan común en el sector primario, se le atribuye el fracaso, en primer término, a la creencia de que su terreno es malo y queda entonces, una imagen distorsionada de la realidad. La verdad es que su tierra puede ser buena, lo que es malo es el conocimiento, las prácticas obsoletas, los métodos equivocados, pero ante todo, la baja capacitación y preparación de sus colaboradores. La anterior aseveración queda demostrada con los extraordinarios resultados de la agricultura española, en las áridas tierras de Almería y Murcia y los increíbles logros de los israelitas produciendo en el desierto.